Sobre fútbol, identidad y narrativas
Foto de El Comercio
“Una gran marca es una historia que nunca termina de contarse.
”
El último 29 de noviembre, Lima fue sede del partido final de Copa Libertadores entre Flamengo y Palmeiras, ganando el primero por la mínima. Para los peruanos, sin embargo, las historias fuera de la cancha parecieron más interesantes. Dos narrativas nacionales que convergieron en los mismos 20kms por breves 3 días.
“Brasil es fútbol”: el éxito los equipos brasileños y su hinchada. Suman 241 años de historias heredadas entre generaciones en el seno mismo de la sociedad: la familia. Los jefes tribales transmiten símbolos y héroes a los menores, despertando amor y sumergiéndolos en un sinfín de rituales. Se subliman ideas puramente dogmáticas (“es un sentimiento”, “es la vida”, “es la piel”) con artefactos culturales (fiesta y desparpajo, parrillada de churrasco, baile, licor, cuentos, leyendas… unión).
“Una marca no es lo que tú dices que es. Es lo que ellos dicen que es.
”
Por otro lado “Perú también lo logró”: Cliver Huamán, el quinceañero que viajó 18 horas desde Andahuaylas para cumplir su sueño de comentar el partido viéndolo desde un cerro colindante y transmitiendo desde su celular. Una narrativa antigua pero poderosa: “el underdog”. Nació en desventaja, viajó desde lejos y fue ingenioso solucionando el problema con medios propios. A simple vista, pareciera que esta historia resuena más y mejor con los peruanos, pero me atrevo a discrepar.
La historia de Cliver esconde un sentimiento de admiración por la narrativa brasilera. Él quisiera estar en fiesta, celebrando, tomando y comiendo. Por ello, al hincha extranjero se lo eleva al punto de no poder fiscalizarlo. Se lo enaltece entre memes indicando que se tenía que aprovechar el momento para “pescarse” a uno (y prepara la siguiente generación de futbolistas peruanos “Dos Santos Mamani”). Hasta cierto punto, envidiamos su historia de éxito. ¿Hasta dónde llega este complejo?
“Existen también complejos colectivos, que surgen del choque entre la psique individual y la psique colectiva.
”
Más allá del fútbol, las narrativas son fruto de la realidad, pero también pueden ser construidas para cambiarla. Como todo constructo social: se retroalimenta y evoluciona. Las historias identitarias de Bolívar, Ugarte, Tupac Amaru u otros fueron elegidas - y trastocadas - para construir nuestra identidad. Nosotros mismos parecemos darle más peso al anda del Señor de los Milagros que a la pintura que sobrevivió el terremoto en Nazarenas (¿reinterpretación de Pachacámac?). La simbología se trastoca y sincretiza. El rito cambia y crece. En el mes morado, Alianza Lima se pinta de morado en honor a la obra de un pintor negro “underdog” que sobrevivió el terremoto de 1655.
“A diferencia de las leyes de la física, el orden imaginado puede cambiar de la noche a la mañana.
”
Las narrativas identitarias explican cómo vivimos el fútbol y revelan complejos colectivos en la forma en que imaginamos nuestra identidad. ¿Y si nos contamos otra historia?